lunes, 9 de diciembre de 2024

Hace 92 años nacía el bahiense Gustavo Gabí.

 

Locutor, presentador y difusor.

Heriberto Pedro Cornachoni (Gustavo Gabí) Nació el 9 de diciembre de 1932, en el barrio de Villa Mitre (Bahía Blanca), en una casa con palmeras en la entrada y olor a pan caliente en la cocina, casi frente al Club Villa Mitre.

Estaba casado por Hilda Elba Rueda, desde el 4 de febrero de 1956 y de ese matrimonio tienen tres hijos Gabriel (50 años), Gustavo (45 años) y Gerardo (40 años) y ocho nietos (Emiliano, Albano, Franco, Sebastián, Bruno, Javier, Belén y Alejo). Precisamente su seudónimo surge del nombre de su segundo hijo y del apodo familiar de Gabriel. 


“Bahía Blanca era una ciudad alegre, donde nadie robaba o mataba. Cuando un linyera tocaba timbre pedía yerba o azúcar, jamás dinero y la gente siempre lo ayudaba. Se podía salir de noche y existían muchos conjuntos” – recordaba con nostalgia y agregaba: “Así llegué a los medios, como conductor de la orquesta de Antonio Panelli y el maestro Scagnetti y Carlos Amado, director de una orquesta típica con ritmo de D´Arienzo.”

Trabajaba como cadete en la mueblería “La Florida”. Y coincidió que debió llevar un mensaje a LU2, en momentos en que se estaba realizando una selección de locutores.

Pidió permiso en la mueblería, se puso su mejor traje y entre muchos postulantes, que en una primera decantación se redujeron a 53: “…fui a dar mi segunda prueba (…) Estaba Justiniano, el director de la radio. Levanté la vista y como asentía a mi lectura. Quedé. Era el 1 de febrero de 1950”

De locutor, junto con María del Pilar Orzali y Alba Bermúdez, pasó a operador en el radioteatro, con Javier Rizzo, luego con Lalo Harbín y posteriormente con Fernando Siro. El motivo fue su constante tentación de risa, que era una falta grave en la locución de entonces.

Expresaba que la forma de hacer radio sufrió un desnivel hacia abajo por la irrupción de las emisoras de FM. Son pocas las emisoras que se preocupan por producir emisiones serias, exentas de groserías, con información consistente. “Tal vez – apuntaba – LU2 mantiene ese respeto por el oyente, aquel en el que me formé y que me acompaña en toda mi trayectoria”.

Desestimaba a quienes argumentan que las emisoras recogen la cotidianidad del lenguaje de la calle y responsabilizaba al COMFER por su ausencia en el control.

Le molestaba el auge de programas relativos a juegos y concursos, que hacen de la radiofonía actual una gran timba nacional.

Aunque no desconocía que la formación de locutores en establecimientos “ad hoc” facilitaba el perfeccionamiento de los futuros obreros de la palabra, creía que el producto resultante era demasiado chato, ya que todas las voces y estilos aparecían estandarizados.

Confesaba que le encantaba la música instrumental y lo apasionaba el cine. En tango, creía que Pichuco, no había sido superado y que se destacaban nítidamente Atilio Stampone, José Leonardo Colángelo y Omar Valente, aunque no dejaba de citar a Mariano Mores, Horacio Salgán, Ástor Piazzolla, Julián Plaza y el Sexteto Mayor. Entre los cantantes elgía a Julio Sosa “con quien compartí dos días inolvidables”, y Alberto Bianco, “la mejor voz de estos momentos” agrega.

Entre sus preferidos estaban los tangos Frente al mar y Rencor.

En fútbol su corazón estaba con Villa Mitre y San Lorenzo “con estos equipos vengo sufriendo desde hace muchos años”.

En el ambiente local quería resaltar las actuaciones de los cantantes Silvana Lorena, Juan Carlos Schimizzi y Alberto Acuña, que se alternaban en actuaciones y calidad con los mejores intérpretes llegados de Buenos Aires.

El programa conducido por Gabí para la firma A.y V. Petrosino, “Voces y melodías de América” fue un hito no solo en la radiotelefonía bahiense, sino tal vez en el orden nacional. Se impusieron temas que llegaban en cortes en discos simples con dos o cuatro temas que, difundidos en la audición citada cobraban notoriedad inmediata y debían ser respuestas las partidas de grabaciones, en forma incontenible.

Su enorme discoteca daba cuenta de la cantidad y calidad de discos como quizá no dispongan muchos difusores o coleccionistas musicales.

Otros ciclos que condujo en televisión fueron “Copetín de tangos”, con Julio Sosa, El show de los triunfadores, donde actuaban los ganadores de Hoy actúa usted. y Tango en la Bahía que fuera reconocido con el “Martín Fierro”, en 1995.

Al respecto en nota de “La Nueva Provincia” del 7 de mayo de 1995, expresaba: “Recibir el premio Martín Fierro al mejor programa musical, tras 45 años de labor en los medios de difusión oral, ha emocionado a Gustavo Gabí, conductor del programa Tango en la Bahía (…) :´Realmente me tenía fe, pero me frenaba el no saber con qué otros programas íbamos a competir. Sabía que había que había uno de Mendoza, y otro de Rosario, con lazas muy importantes.

Cuando salió el veredicto debo confesar que comencé a lagrimear y mi señora Hilda me abrazó fuerte´, nos comentó este bahiense (mejor dicho villamitrense)…”

Lo alegraban los domingos en familia, con su esposa, sus hijos, nueras y nietos, cuando cada uno pugnaba para hacerse cargo del asado.

En las conductas humanas, detestaba la hipocresía y la falsedad y lo entristecía la corrupción y la injusticia.

En el atardecer de la vida agradecía a Dios, gozar de buena salud, practicaba deportes y no se privaba periódicamente de un buen whisky y de sus infaltables cigarrillos. Tal vez deseaba disponer de un poco más de dinero pero se contentaba con seguir así.

Cuando se le preguntaba por su lugar preferido en el mundo, no titubeaba en elegir a Bahía Blanca y luego a Mar del Plata.

Temía solo a una desgracia familiar, tenía un analista diario en el espejo y no necesitaba nada más para ser feliz, porque lo era.

Definía a la muerte con el principio de una nueva vida.


Más de medio siglo en los medios, lo constituyeron en un patriarca de la difusión musical, pero especialmente es un puntal defensor del tango, alguien que nunca olvidó a los artistas locales, un buen amigo y fundamentalmente una buena persona.


El domingo 5 de diciembre de 2010, Gustavo hizo su viaje a la Vida Real.

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